7. PHOTOSHOP EN EL REICHSTAG

                                                                 

                                                                                      "No tienen que dar las noticias, sino educar a las masas"                                                                                                                                                            (Josef Stalin)

                                          

        El Photoshop es un editor de fotografía muy popular, utilizado principalmente para el retoque y de uso relativamente reciente, aunque quizás no tanto. La propaganda de los países en conflicto durante la  II G.M. fue un elemento fundamental para transmitir mensajes para generar opiniones, emociones, actitudes  con el objetivo  de  lograr  el apoyo en el cumplimiento  de  los  fines  y  objetivos  nacionales.  Los  carteles  y  las fotografías fueron un elemento fundamental para el cumplimiento de tales  objetivos.

       El 23 de febrero de 1945, el fotógrafo norteamericano de Associated Pess Joe Rosenthal (1911-2006) durante la batalla de Iwo Jima realizó la instantánea de cinco marines  y un médico de la armada, clavando la bandera de los Estados Unidos en la cima del monte Suribachi, tan solo veinticuatro horas después fue portada en medio mundo, la imagen representaba el símbolo de la lucha, el honor y la victoria. Tres de los seis marines que aparecen en la foto cayeron posteriormente en combate. Su autor obtuvo el premio Pulitzer y está considerada como la instantánea de guerra más importante de la historia y una de las más reproducidas del mundo.

    
      Aquella imagen procedente de una isla remota del Pacífico no sólo impactó en los Estados Unidos, sino que también llegó a Moscú en donde de inmediato Josef Stalin pensó en poder recrear para la Unión Soviética y su temible Ejército una escena similar en cuanto a la carga emocional y simbólica. Sin duda, consideró que en ese momento el escenario ideal para tal objetivo era Berlín, la capital del Reich y donde el ejército Rojo combatía desde mediados de abril.

     La delicada y difícil misión recayó en el fotógrafo Yevguéni Jaldéi (1917-1997) un ruso (judío como Rosenthal) originario de Donetsk (Ucrania), trabajador en el diario Pravda y a partir de 1936 en la Agencia de noticias TASS. En 1941 fue reclutado por el ejército rojo donde fue soldado y fotoperiodista, alcanzando el rango de teniente de la marina soviética, llegando incluso a ser condecorado en diversas ocasiones. Al contrario que otros fotógrafos occidentales él llevaba dos armas, la pistola y la cámara.

                         
        
       Durante toda la Segunda Guerra Mundial se dedicó a ensalzar  el heroísmo de los soviéticos, a retratar a soldados, los momentos cotidianos o los horrores de la contienda. Por todo ello las autoridades rusas consideraron que era la persona idónea y rápidamente fue enviado a Berlín, cuando los combates aún no habían cesado y los últimos destacamentos nazis defendían el Reichstag y la Cancillería. 

      Portaba su cámara de segunda mano marca Leica III, es decir fabricada por el enemigo. Por sus prestaciones, que permitía fotografiar en  condiciones de poca luminosidad, su tamaño (133x65x39 mm) y su peso (menos de 500 gr. sólo el cuerpo sin objetivo) era la cámara perfecta para reporteros. Robert Capa o Henri Cartier-Bresson la usaron. Esta magnífica cámara es todo un icono dentro del arte fotográfico.


      Como no había mucho tiempo, antes de partir, Jardéi optó por confeccionar una bandera a toda prisa con trozos de tela mal cosidos pero en la que lucían la estrella de cinco puntas así como la hoz y el martillo. Tan pronto como llegó a la ciudad en la mañana del 2 de mayo intentó buscar localizaciones, primero en el aeropuerto de Templehof y luego en diversos lugares de la ciudad donde hay fotos de Jardéi con la célebre bandera en manos de soldados rusos frente a la puerta de Brandemburgo, pero el resultado artístico no le satisfacía y todas las instantáneas carecían del dramatismo necesario. 


 
 

     El fotógrafo siguió su recorrido por la ciudad hasta que llegó al Reichstag (Parlamento del Reich), el edificio en ruinas había sido asaltado por los rusos en la noche del 30 de abril a través de una brecha abierta en el muro del vestíbulo, esa misma noche fue izada la primera bandera rusa, pero ningún fotógrafo acompañaba a ese primer pelotón de asalto por lo que el momento no pudo ser inmortalizado. Esa primera bandera se encuentra en la actualidad en el Museo Central de las Fuerzas Armadas.

     Los combates en su interior no cesaron hasta la mañana del día dos de mayo que se pudo controlar por completo. A la llegada de Jardéi la fachada el edificio mostraba la violencia de los combates y después de fotografiar a unos soldados frente al edificio la idea le surgió de inmediato. Una bandera roja colocándose por soldados rusos sobre el alto del edificio sólo podría interpretarse como el triunfo en la lucha contra el fascismo. Pero esa foto de la fachada con los soldados fue posteriormente retocada, se la añadieron aviones pintados y un carro de combate con la intención de dramatizar la hazaña.

       Evidentemente y como el mismo contó años después, no captó el momento de la toma del edificio, sino que lo escenificó dos día más tarde. Pidió a tres soldados con los que se cruzó por casualidad que subieran a la azotea del edificio y enarbolasen la bandera como si fuera la primera vez que la colocaban.  La toma era peligrosa, el soldado voluntario debía encaramarse a un precario ornamento. Después de haber elegido un buen ángulo disparó un rollo de película, treinta y seis imágenes que dieron origen a una imagen para la posteridad. Así nació el símbolo de la Gran Victoria. El hecho de que la imagen de la foto fuera escenificada no le importó a nadie en ese momento. 

       Los soldados Melitón Kantaria (nacido en Georgia como Stalin) y Mikhail Yegorov fueron inmortalizados, ocupando un papel en la historia que no les correspondía. En los años noventa se reconocieron las verdaderas identidades de los héroes que nunca pudieron ser inmortalizados: el soldado raso de 18 años Alyosha Kovalyov, nacido en Kiev, y Abdulkhakim Ismailov de 29, de Dagestán.

       Jardei había conseguido coronar con éxito la misión, vuelve satisfecho ese mismo día a Moscú. Sin embargo, el director de la agencia TASS Nicolái Palgunov, descubre que uno de los soldados, el que sujeta por las piernas al que iza la bandera, lleva un reloj en cada muñeca, la agencia no puede divulgar una imagen que podía dar una impresión equivocada del Ejército Rojo y poner de manifiesto sospechas de saqueo. Por ello y para que pudiera publicarse Jaldéi raspó el negativo con una aguja hasta borrar el reloj de la muñeca derecha del soldado. 

                       

       La imagen de la ciudad también parecía inerte, fría, como si la guerra fuera cosa de un lejano pasado. Por ello se oscureció ligeramente y se añadieron dos gruesas columnas de humo en el horizonte que reforzaron el dramatismo y dando la sensación que aún se combatía en Berlín en el momento de tomar la fotografía. Posteriormente, la foto continuó siendo alterada, se hizo que la bandera pareciera hondear más dramáticamente con el viento. También fue retocado el color. Finalmente, la imagen se publica en Ogoniov (en ruso, Pequeña Llama), el 13 de mayo de 1945, logrando rápidamente un impacto mundial.

 

      El mismo día y antes de regresar a Moscú realizó más fotografías, como la de la soldado rusa María Shalneva, cabo del 87º. Batallón de Mantenimiento de Carreteras dirigiendo el tráfico entre las ruinas de Berlín.
                

    El día 24 de junio de 1945, 46 días después de la capitulación final alemana, tuvo lugar en la Plaza Roja de Moscú el Desfile de la Victoria para conmemorar la victoria sobre la Alemania nazi. Un momento notable del evento ocurrió cuando al final del mismo marcharon soldados soviéticos llevando numerosos estandartes de las SS capturados a los alemanes y avanzaban apuntando con ellos al suelo hasta llegar al mausoleo de Lenin y arrojarlos a los pies de este. Jardéi estuvo presente para inmortalizar el momento.
                                       

     Después, Jardéi regresa de nuevo a Berlín y continúa captando momentos de la vida cotidiana en la ciudad, los primeros paseos entre las ruinas, los trabajos de desescombro. La mayoría son poco conocidas, pero casi todas son singulares. 
                  

     Después de la guerra hizo grandes esfuerzos por encontrar a los sujetos de sus fotografías que pudieran haber sobrevivido. Es enviado también a la conferencia de Postdam, donde en agosto de 1945 fotografía a los tres dirigentes aliados sentados: Stalin con su casaca blanca, junto a Truman y Clement Atlee. Fotografía también a Roosevelt, Churchill y Eisenhower


        En octubre de 1946 fue designado representante soviético para documentar el proceso de Nuremberg, donde tres de sus fotografías se utilizaron de prueba para la acusación durante el juicio: Sebastopol destruida y cuerpos desmembrados en el patio de la prisión de Rostov y Murmansk después de los bombardeos alemanes. Capta entonces a Goering en diversas situaciones durante el famoso Proceso judicial. 
                    

      En ese momento ya se le ve utilizando una enorme cámara Speed Grafic, de Graflex, dotada de un teleobjetivo de 400 mm que le había regalado Robert Capa, el legendario fotógrafo estadounidense, uno de los fundadores de la agencia Magnum y con el que mantuvo una especial amistad. Capa consiguió esta fotografía en la que se ve a Jardéi con la famosa cámara. 
              
 

       En la época de Stalin, haber logrado una foto histórica no era a priori una garantía de éxito ni de futuro. A finales de de 1948 cayó en el ostracismo en una de las purgas soviéticas conocida como la campaña anticosmopolítica, (donde los judíos fueron objeto de persecución) y como consecuencia de ello Jardéi es despedido de la agencia TASS con la excusa "debido a la reducción de la carga de trabajo de la redacción de Moscú" y "su falta de formación política", llegó a incluso temer por su vida.

     En enero de 1950 Jardéi, indignado, envía una carta a Mijaíl Súslov secretario del comité central y editor jefe de Pravda preguntando por su situación, el cual descubre que el despido había sido por recomendación del KGB. Es rechazado en varias publicaciones pero finalmente consigue trabajo en una revista sindical y en 1957, cinco años después de la muerte de Stalin,  regresa al diario Pravda, órgano central del Partido Comunista de la Unión Soviética pero con una labor secundaria y con el que consigue viajar por todo el país durante quince años, fotografiando industrias, actividades culturales, campesinos, etc. hasta su jubilación en 1970. 
                    

        Su reconocimiento mundial por sus impactantes fotos de guerra no llegó hasta 1991 con la disolución de la Unión Soviética. Es entonces, también, cuando con la apertura de los Archivos Secretos se descubrió después de varios decenios, la increible mentira mantenida durante años sobre la fotografía de la bandera de la victoria sobre el Reichstag  que le dio tanta fama y que había sido escenificada. 

       En Octubre de 1997 murió en Moscú con ochenta años, tras haber logrado finalmente su reconocimiento como uno de los mejores fotógrafos de guerra, logrando ver expuesta su obra en Berlín, Paris, Nueva York, San Francisco, Nueva York. "En lugar de documentar el heroísmo de combate en las ciudades devastadas por la guerra (...), Khaldei se centra en gran medida en la vida y los paisajes devastados que encontró", dijo el conservador jefe del Museo Judío de Manhattan, Susan T Goodman, durante la exposición en Nueva York. 

        En 1995, Francia concedió a Khaldei el título de Caballero de la Orden  de las Artes y las Letras. En ese momento Khaldei conoció al fotógrafo estadounidense Joe Rosenthal, autor de la foto de Iwo Jima que le había servido de inspiración. Entonces dijo lo siguiente "¡Si Hitler supiera que dos judíos inmortalizaron las dos banderas de la victoria!".

       Algunos se preguntan como alguien sin formación en arte o fotográfía podía componer imágenes que lograban transmitir esas emociones. Kaldéi siempre respondía que todas sus fotografías estaban hechas "con el corazón y con el alma, buscando siempre que fueran interesantes de ver hoy, mañana y en el futuro", es por ello que sus fotografías estén llenas de Historia.













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